CULTURA
Alimentos y gastronomía del fin del mundo, Chile
Bakú, 25 de abril, AZERTAC
El cultivo de la vid fue introducido en Chile por los misioneros españoles a mediados del siglo XVI. En el siglo XIX, plantas traídas desde Chile salvaron los viñedos de Francia atacados por la filoxera.
Los tiempos de cosecha de las uvas viníferas van cambiando según la variedad y la ubicación de los respectivos valles de cultivares.
Debido al cambio climático y la escasez del recurso hídrico, la producción de alimentos se desplaza gradualmente hacia el sur.
En su libro Chile o una Loca Geografía (1940), el escritor e investigador Benjamín Subercaseaux describe a Chile como "un país separado del mundo por el extenso desierto del norte, los hielos del Polo Sur, un océano casi infinito al oeste y, por el este, una inmensa cordillera".
Es precisamente esta forma extensa, de más de cuatro mil kilómetros que se extienden de norte a sur, esa "larga y angosta faja de tierra", la que entrega al país un variado espectro de microclimas y un resguardo fitosanitario natural para la producción de alimentos. A esto hay que sumar los efectos moderadores que recibe el clima gracias a la corriente fría de Humboldt, que fluye hacia el norte y constituye un enorme ecosistema que transporta nutrientes y variados organismos marinos.
Se trata de condiciones propicias para la producción de diferentes insumos y materias primas alimentarias que, transformados en comidas, llegan a las bocas como un mestizaje culinario de la cocina indígena, los hábitos gastronómicos heredados de España y platos típicos aportados por los inmigrantes.' Ha sido solo reciente que algunos de los productos empiezan a llegar también a las mesas del resto del mundo.
Alimentos del Sur para el Norte
Además de las naturales ventajas geomorfológicas y climáticas para la producción de algunos alimentos y bebidas, como vinos de excelencia, la ubicación de Chile en el hemisferio sur permite proveer productos frescos para los grandes mercados consumidores del norte, utilizando las ventajas de la contra estacionalidad. Esto se refiere, por ejemplo, a la posibilidad, de enviar frutas frescas que se dan muy bien en el verano a los países que están soportando el invierno.
Este crecimiento sostenido de las exportaciones de alimentos comenzó en la década de los ochenta y le ha permitido al país convertirse en un actor competitivo, gracias a la importante apertura de mercados externos y al empuje de pequeños, medianos y grandes productores del sector privado. El Estado, además, a través de la labor del Ministerio de Relaciones Exteriores, ha tenido un rol fundamental en promover las exportaciones mediante acuerdos económicos internacionales y difundiendo una positiva "marca país".
Hoy, el sector agroalimentario y pesquero exporta a cerca de 250 países, por un valor superior a 18.570 millones de dólares (2009), una cifra que equivale a casi un cuarto del retorno total de las exportaciones y que solo es superada por los números del sector minero. Chile se ha convertido así en el mayor exportador frutícola del hemisferio sur y en líder mundial en envíos de uva de mesa, ciruelas, cerezas y arándanos, entre otros productos, informa AZERTAC con referencia a la edición “Laboratorios naturales en Chile”
Chile es también el principal exportador de cerezas, las que se caracterizan por su dulce y jugoso sabor y un intenso color.
La zona central de Chile tiene clima mediterráneo, presente en pocos lugares del mundo, y que se caracteriza por veranos calurosos y secos, e inviernos suaves y lluviosos.