POLÍTICA
Occidente se da cuenta de la inutilidad de la presión sobre Bakú e intento de aislarla
Budapest, 15 de enero, AZERTAC
Durante los últimos treinta años, la región del Cáucaso Meridional ha estado asociada en la mente de muchas personas con guerras y conflictos. Desde el colapso de la Unión Soviética, el Cáucaso se ha convertido en una importante zona de conflicto que afecta a todos los países postsoviéticos recién formados de la región. Estos conflictos han traído pérdidas y dificultades tanto en términos de pérdida de vidas como de sufrimiento humano, y en términos de los costos económicos causados tanto por guerras devastadoras como por las consecuencias del cierre de fronteras.
Como informa AZERTAC, así comienza el artículo en "Commonspace" del renombrado experto británico Dennis Sammut, que participó en el Foro Humanitario de Bakú hace varios años. Escribe que la nueva guerra de Karabaj fue el último eslabón de una larga cadena de fricciones en la región. La paz sigue siendo un sueño lejano para la región.
A pesar de que no ha habido paz en todos estos años, la situación ha estado lejos de ser estable, escribe el autor. El orden post-soviético está mutando hacia una realidad diferente, cuya esencia es la búsqueda de objetivos por parte de los estados a través de la fuerza militar, en lugar de a través del diálogo o las negociaciones. La segunda guerra de Karabaj de 2020 ha creado nuevas realidades a través de la acción militar. Para algunos es una restauración de la justicia, para otros es una derrota.
Azerbaiyán ha esperado 28 años para que la comunidad internacional resuelva su problema mediante un proceso político y diplomático, y la opción militar siguió siendo el último recurso en caso de que los esfuerzos de paz no dieran resultados.
La declaración trilateral firmada por los líderes de Azerbaiyán, Armenia y Rusia en la noche del 9 al 10 de noviembre de 2020 fue un momento decisivo en la historia de la región. Puso fin a la segunda guerra de Karabaj y estableció los parámetros del acuerdo de posguerra, basado en nuevas realidades: la victoria de Azerbaiyán y la derrota de Armenia. Prevé la apertura de corredores de transporte a través de las antiguas zonas de guerra.
El autor cree que deben reconocerse los enormes esfuerzos y recursos invertidos por Moscú en este proceso. El propio presidente Vladimir Putin dedicó mucho tiempo a este tema, porque cree honestamente que este asunto es importante para Rusia.
Azerbaiyán salió de la guerra de otoño como ganador. Occidente, según Sammut, necesita ahora comprometerse con Azerbaiyán, y no tratar de presionarlo o aislarlo. Occidente debe darse cuenta de la importancia del país en la seguridad regional, incluida la seguridad energética. Ya es hora de que esas relaciones se desarrollen y profundicen.
El nuevo enfoque de Occidente hacia la región del Cáucaso debe ser integral y tener en cuenta los papeles de Rusia y Turquía, concluye el experto.