La revista digital cubana escribe sobre el problema de las minas en Azerbaiyán

Bakú, 24 de febrero, AZERTAC
Bohemia, la revista digital cubana, publicó un artículo titulado” Azerbaiyán y la heroica misión del desminado” sobre el problema de las minas en Azerbaiyán, artefactos explosivos sembrados por Armenia, a veces sin ninguna necesidad militar, sin señalización ni vallas y el trabajo realizado en este campo, sobre Aghdam, “la ciudad fantasma”, las labores de reconstrucción del país.
AZERTAC presenta el artículo:
“En febrero de 2025, Azerbaiyán reporta la eliminación de cientos de minas y municiones sin explotar durante operaciones de desminado en varios distritos
Reviso por las redes cómo anda el mundo este febrero de 2025. Una noticia de la agencia informativa azerbaiyana Azertac, fechada en Bakú, informa que:
“Durante las operaciones de desminado realizadas la semana pasada en los distritos de Terter, Aghdere, Kalbajar, Aghdam, Joyalí, Khankendi, Khojavand, Lachin, Shusha, Fuzuli, Gubadli, Jabrayil y Zangilan se eliminaron 122 minas antipersonales, 51 antitanques y 306 municiones sin explotar. En total, se limpiaron 935,6 hectáreas de artefactos explosivos sin detonar.”
Por unos instantes vuelven a mi mente los recuerdos de hace exactamente un año, cuando en febrero de 2024 un grupo de corresponsales de la prensa internacional llegamos al país caucásico a cubrir las elecciones presidenciales, que por primera vez en tres décadas se realizaban en los territorios recién liberados de Karabaj.
Recorrer entonces aquellos lugares, prácticamente arrasados por el largo conflicto armado entre Armenia y Azerbaiyán, fue una experiencia inolvidable. La ruta por Aghdam, Joyalí, Lachin, Shusha, Fuzuli, algunos de esos poblados, que hoy rememora la nota de Azertac, demostraban no solo los horrores de la guerra (incluyendo fosas comunes que aún aparecían), sino también la inmensa tarea que tenían por delante el gobierno y pueblo azeríes.
Muchas de aquellas personas, unas 650 000, que aquel 7 de febrero de 2024 iban a votar en las elecciones presidenciales, recién regresaban a los lugares de donde fueron desplazadas por el conflicto. En su inmensa mayoría estaban dedicadas a las tareas de reconstrucción de carreteras, ciudades, infraestructuras… Y a la más peligrosa de todas las misiones: el desminado.
Vienen entonces a mi mente cuando atravesamos sin detenernos el poblado de Aghdam y la extraña sensación de constatar la triste realidad de la conocida entonces como “ciudad fantasma”. Sus ocupantes habían huido ante el empuje del ejército azerbaiyano, pero dejaron minadas casi la totalidad de las casas. El solo intento por abrir una puerta podía hacer detonar los traicioneros mecanismos de la muerte y la mutilación.
A lo largo de nuestro recorrido por aquellas nuevas carreteras, que recién resurgían bajo los escombros, encontrábamos constantemente los letreros recién puestos que señalaban el peligro: “zona minada”.
Un artículo publicado días después por el periodista británico Neil Watson daba cuenta de que entonces en Karabaj 147 988 hectáreas permanecían clasificadas como zonas altamente contaminadas, mientras que 675 570 hectáreas se consideraban franjas de amenaza media y baja.
«Azerbaiyán –afirmaba el artículo de Watson- se enfrenta a la enorme tarea de limpiar alrededor de 1,5 millones de minas terrestres colocadas indiscriminadamente en el territorio de Karabaj”.
Aquellos artefactos explosivos sembrados por Armenia, a veces sin ninguna necesidad militar, sin señalización ni vallas, dificultaba entonces el desminado y cobraban constantemente vidas de la población civil.
Un ejemplo a la solidaridad humanitaria
Pero el gobierno azerí y su pueblo no escatimaron esfuerzos, valentía, ni los costosos recursos para emprender la titánica y urgente tarea. Más de 11 000 millones de dólares fueron destinados a la reconstrucción del país entre 2022 y 2026, lo cual incluía como prioridad el desminado.
La Agencia de la República de Azerbaiyán para la Acción contra las Minas (ANAMA, por sus siglas originales) fue especialmente creada para organizar las labores tanto a nivel nacional como internacional. Su trabajo conjunto con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ha reportado algunos avances, como la capacitación de mujeres para el trabajo de descontaminación de tierras, pero se trata de un apoyo aún insuficiente.
En junio de 2024 se desarrolló en las ciudades de Bakú, la capital, y Zangilan (una de la más afectadas) la Tercera Conferencia Internacional sobre Actividades Relativas a las Minas. Entonces se estimó que existían unos 110 millones de erllas en más de 60 países por todo el mundo, mientras anualmente son sembrados entre 2 y 5 millones de artefactos explosivos en el planeta.
Durante el evento, que reunió más de 300 representantes de 75 países, se enfatizó en la necesidad de movilizar los recursos financieros necesarios para mitigar el impacto ambiental que ocasionan todos ellos.
Al hablar a la prensa sobre las experiencias y conocimientos adquiridos Hikmet Hajiyev, asistente del presidente de Azerbaiyán y jefe del Departamento de Asuntos Exteriores, calificó a su país como “un laboratorio del desminado humanitario”.
Y afirmó que, una vez que finalice el proyecto de desminado en el territorio azerí, Azerbaiyán tendrá la capacidad de contribuir con otros proyectos y acciones sobre la materia a nivel mundial.
La disposición de Bakú de compartir su creciente experiencia y sus enfoques para combatir el flagelo de las minas con otras naciones es visto por analistas internacionales como un ejemplo encomiable que puede ayudar a persuadir a más donantes en el planeta para que contribuyan a esta necesaria, inaplazable y heroica misión”.