Bakú, 30 de enero, AZERTAC

El portal "Eurasia Review" ha publicado un artículo de Esmira Djafarova, miembro de la Junta Directiva del Centro de Análisis de Relaciones Internacionales de Azerbaiyán (AIR Center).

AZERTAC informa que titulado "La construcción de la paz y la estabilidad en el Cáucaso Meridional debe ser una vía de doble sentido", el artículo dice: "La Segunda Guerra de Karabaj terminó con la firma de una declaración trilateral por parte de Rusia, Azerbaiyán y Armenia el 10 de noviembre de 2020, que puso fin de forma efectiva al prolongado conflicto de tres décadas entre Armenia y Azerbaiyán. La declaración contenía muchas disposiciones importantes que no sólo garantizaban el cese de las hostilidades militares, sino también la desocupación de los territorios azerbaiyanos restantes, incluidas las ciudades de Kalbadjar (para el 15 de noviembre de 2020) y Agdam y Lachín (para el 1 de diciembre de 2020) sin más combates (artículos 2 y 6).

Entre otras disposiciones de la declaración había algunas relativas al intercambio mutuo de prisioneros de guerra (POW) y rehenes, así como a la devolución de cadáveres (artículo 8), y al desbloqueo de todas las rutas de transporte y comunicaciones económicas (artículo 9). La declaración también contenía otras disposiciones importantes; sin embargo, el punto central de este artículo no es una revisión de la aplicación de la declaración en sí. Se trata más bien de subrayar la importancia de demostrar una intención genuina y un esfuerzo igual por parte de Armenia y Azerbaiyán para construir una paz duradera en la región.

Por primera vez desde que Armenia y Azerbaiyán recuperaron su independencia en 1991, ambos podrían albergar verdaderas esperanzas de aprovechar las nuevas oportunidades en el periodo posterior a la Segunda Guerra de Karabaj y abrir todas las comunicaciones económicas y de transporte entre los dos países. La firma de una nueva declaración trilateral de Moscú, el 11 de enero de 2021, oficializó el desbloqueo de todas las comunicaciones económicas y de transporte en la región y encargó a los organismos gubernamentales pertinentes de Rusia, Azerbaiyán y Armenia que avanzaran con propuestas concretas sobre el establecimiento del corredor de Najchiván (o Megri).

La observación de los acontecimientos ocurridos desde la declaración del 10 de noviembre permite afirmar que Azerbaiyán está realmente interesado en que las cosas funcionen. Esto queda claro en el comportamiento de máxima cooperación que ha adoptado Azerbaiyán. Por ejemplo, dadas las condiciones climáticas debidas al invierno, Azerbaiyán respondió positivamente a una petición formulada por Armenia a través de la Federación Rusa para conceder una prórroga de diez días (del 15 de noviembre al 25 de noviembre de 2020) del plazo para que las Fuerzas Armadas armenias y la población armenia que se había asentado en Kalbadjar durante la ocupación abandonaran la región. Lamentablemente, esta medida de cooperación por parte de Azerbaiyán no fue correspondida. Al contrario, la población armenia se dedicó al saqueo a gran escala en Kalbadjar, destruyendo e incendiando casas, talando árboles, cortando líneas de transmisión eléctrica y dañando infraestructuras y monumentos religiosos y culturales. El ejemplo más tristemente llamativo de esta actividad de saqueo fue la eliminación de los frescos de 800 años de antigüedad de las paredes del monasterio de Judavang en Kalbadjar.

Otro ejemplo de gesto de buena voluntad por parte de Azerbaiyán fue que, de acuerdo con el artículo 8 de la declaración trilateral del 10 de noviembre sobre el intercambio de prisioneros de guerra y cuerpos, Azerbaiyán devolvió muchos más cadáveres a la parte armenia que a la inversa. Azerbaiyán ha devuelto unos 1200 cadáveres de personal militar armenio a la parte armenia desde la firma de la declaración del 10 de noviembre. El número es mucho menor en el lado contrario. Además, a finales de diciembre de 2020, 58 ciudadanos armenios detenidos en Azerbaiyán habían sido devueltos a Armenia, mientras que sólo 14 ciudadanos azerbaiyanos habían sido liberados de la detención armenia. Además, en plena guerra, cuando el intercambio de prisioneros de guerra y cadáveres aún no se había sistematizado mediante la declaración del 10 de noviembre, Azerbaiyán declaró en numerosas ocasiones que estaba dispuesto a devolver los cadáveres de los militares armenios unilateralmente a través del corredor de Tovuz.

Además, tampoco debe pasarse por alto que Azerbaiyán permitió a los ciudadanos armenios seguir utilizando las partes de la autopista Gorus-Gafan que pasan por los territorios azerbaiyanos recién liberados. Lamentablemente, en lugar de apreciar esta medida constructiva de Azerbaiyán, los radicales armenios pintaron grafitis despectivos en una señal de la autopista que mostraba el mapa de Azerbaiyán colocado en la parte azerbaiyana de la carretera. Los vídeos de armenios criticando a su propio gobierno, así como a Azerbaiyán, por la colocación de esta señal junto a la carretera Gorus-Gafan se hicieron virales en Internet.

Obviamente, estas acciones aumentan la animosidad y disminuyen las posibilidades de reconciliación de los dos estados, sobre todo porque Azerbaiyán ha sido bastante coherente en sus esfuerzos por demostrar una postura de máxima cooperación, especialmente cuando se trata de atender las necesidades de la gente común. Para corroborar esto, Azerbaiyán permitió la labor humanitaria de las fuerzas de paz rusas para aliviar las condiciones a las que se enfrenta la población local armenia que reside en las zonas bajo el control de esas fuerzas de paz y facilitó el traslado de mercancías a través de su territorio principal; esas mercancías se transportan por ferrocarril hasta la ciudad de Barda, y luego se llevan por carretera a la región de Nagorno-Karabaj. Azerbaiyán permitió que se llevara a cabo esta ayuda teniendo en cuenta la llegada del invierno; sin embargo, el país no estaba obligado a hacerlo, como señaló recientemente el presidente Ilham Aliyev.

Lamentablemente, algunas fuerzas irredentistas de Armenia siguen demostrando su interés por alterar este frágil estado de cosas. Recientemente, Azerbaiyán llevó a cabo una operación antiterrorista contra las milicias armenias en la zona forestal que rodea el asentamiento liberado de Hadrut, en el distrito azerbaiyano de Jodjavand, y detuvo a decenas de ciudadanos armenios que, al pasar por el corredor de Lachín tras la declaración del 10 de noviembre, llegaron para llevar a cabo actos de sabotaje contra Azerbaiyán.

Ni que decir tiene que este tipo de incidentes minan las posibilidades de lograr una paz y seguridad duraderas en el Cáucaso Meridional. Las buenas acciones e intenciones y las acciones de buena fe no deben ser unilaterales; dan los mejores resultados cuando son recíprocas. Evitando el error de la parcialidad, queda claro que los esfuerzos de Azerbaiyán por romper la espina dorsal de la animosidad y fomentar la creación de confianza con Armenia aún no son mutuos. Sin embargo, la aplicación de los importantes acuerdos alcanzados para poner fin a la guerra sólo será posible mediante un compromiso mutuo y esfuerzos genuinos.

Esto es cierto no sólo en relación con la aplicación de la declaración del 10 de noviembre de 2020, sino también en relación con la declaración trilateral de Moscú del 11 de enero de 2021, que prometió llevar las relaciones entre Armenia y Azerbaiyán a un nuevo nivel mediante la apertura de todas las comunicaciones económicas y de transporte en la región a través de la instrumentalización del corredor de Najchiván (Megri). Ambos países deben intentar pasar las páginas oscuras de su historia común; ambos deben dar pasos hacia el otro para dar una oportunidad real a la cooperación y la estabilidad en el Cáucaso Sur. Los esfuerzos unilaterales no darán resultados sólidos y podrían acabar quedándose en el camino. Es importante que ambas partes adopten comportamientos de cooperación entre sí en beneficio de la construcción de una "Pax Caucasia": un Cáucaso Meridional unido y estable".