SOCIEDAD
Hoy en la historia: Descubrimiento de Cuba
Bakú, 28 de octubre, AZERTAC
La isla de Cuba fue descubierta el 28 de octubre de 1492 tras el desembarco de la Pinta, la Niña y la Santa María, las tres primeras naves europeas bajo el mando del almirante Cristóbal Colón durante su viaje inicial hacia el Nuevo Mundo. Entre esa fecha y el 5 de noviembre, las naves se movieron por la costa del Oriental de Cuba, y el viernes 2 de noviembre, Cristóbal Colón, designó a dos de sus hombres para que, durante seis días, se internasen en el territorio cubano.
En honor a la hija de los Reyes Católicos, sus benefactores, Colón la llamó isla Juana, primero de los diversos nombres que sucesivamente recibió; finalmente se llamó Cuba como variante de su nombre aborigen: Cubanascan.
Este desembarco se realiza por Bariay, lugar insignia de la provincia de Holguín, en el Oriente de Cuba, donde el almirante descubrió un nuevo mundo que, según sus palabras, era "La tierra más hermosa que ojos humanos hubieran visto". 500 años después, quienes llegan hasta ese lugar pueden no sólo recrearse con el conocimiento sobre el histórico episodio, sino encontrar la paz y la tranquilidad de una singular zona turística.
Dos años después, al explorar la costa sur de Cuba durante su segundo viaje, el Almirante se percataría de la diversidad de esos pobladores indígenas, pues los aborígenes del Oriente de Cuba que lo acompañaban, no podían entenderse con los habitantes de la parte occidental.
Ciertamente, la población de la Isla se había iniciado cuatro milenios antes, con la llegada de diversas corrientes migratorias: las primeras probablemente procedentes del norte del continente a través de la Florida, y las posteriores, llegadas en sucesivas oleadas desde la boca del Orinoco a lo largo del arco de las Antillas.
Entre los aproximadamente 100 000 indígenas que poblaban la Isla al iniciarse la conquista española, existían grupos con distintos niveles de desarrollo sociocultural.
Los más antiguos y atrasados -ya casi extinguidos en el siglo XV- vivían de la pesca y la recolección y fabricaban sus instrumentos con las conchas de grandes moluscos. Otro grupo, sin despreciar la concha, poseía instrumentos de piedra pulida y, junto a las actividades recolectoras, practicaba la caza y la pesca.
Más avanzados, los procedentes de Sudamérica -pertenecientes al tronco aruaco- eran agricultores, y con su principal cultivo, la yuca, fabricaban el casabe, alimento que no sólo podía comerse en el momento, sino que también se podía conservar. Confeccionaban objetos y recipientes de cerámica y poseían un variado instrumental de concha y piedra pulida.
Sus casas de madera y guano de palma -los bohíos- agrupadas en pequeños poblados aborígenes, constituirían durante varios siglos un elemento fundamental del habitat del campesinado cubano.
Aquel 28 de octubre de 1492 la población aborigen de la isla había firmado otro contrato del cual tampoco quedaría registro manuscrito: el de la cuenta regresiva hacia su total aniquilación, porque contagiados con enfermedades desconocidas para ellos (y frente a las cuales su sistema inmunológico no oponía defensas) y bajo el agobio del trabajo forzado, uno a uno se fueron extinguiendo, y la hoguera humana que fueron nuestras primeras comunidades terminaron siendo una llamita apenas perceptible, incapaz de dar siquiera un poco de luz, calor y color al mosaico de la nacionalidad.