POLÍTICA
El Grupo de Minsk de la OSCE debe ser disuelto o reformado
Bakú, 10 de diciembre, AZERTAC
El portal KarabakhSpace.eu ha publicado un artículo titulado "El Grupo de Minsk de la OSCE debe ser disuelto o reformado".
AZERTAC informa que el artículo, escrito por el investigador principal del Centro de Análisis de Relaciones Internacionales (AIR Center) Vasif Huseynov, dice lo siguiente "Los ministros de Asuntos Exteriores de Armenia y Azerbaiyán tenían previsto reunirse por iniciativa de los copresidentes del Grupo de Minsk de la OSCE en el marco de la 28ª reunión del Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores de los países de la OSCE en Estocolmo el 3 de diciembre. Unas horas antes de la reunión, la parte azerbaiyana se negó a reunirse con el ministro de Asuntos Exteriores armenio, decisión que estaba relacionada con la visita ilegal de una delegación parlamentaria armenia a la región de Karabaj en Azerbaiyán. La cancelación de la reunión fue interpretada por algunos observadores de la región como un testimonio más de la pérdida de relevancia del Grupo de Minsk en las negociaciones de paz de posguerra entre Bakú y Ereván.
El Grupo de Minsk desempeñó el papel de principal mediador en el conflicto entre Armenia y Azerbaiyán durante más de tres décadas, desde mediados de los años noventa hasta el estallido de la guerra de los 44 días de Karabaj a finales de 2020. La institución ha estado dirigida por una presidencia tripartita, establecida en 1995-1997 y confiada a Estados Unidos, Rusia y Francia. Cabe destacar que los tres países cuentan con una diáspora armenia influyente y sus respectivos parlamentos han manifestado en diversas ocasiones su apoyo a la parte armenia, aunque de diferentes formas: desde visitas ilegales de parlamentarios a los territorios ocupados del país, hasta la restricción de la ayuda a Azerbaiyán (por ejemplo, la tristemente célebre Sección 907 (1992) de la Ley de Apoyo a la Libertad del Congreso estadounidense).
Desde su creación, el Grupo de Minsk presentó una serie de propuestas para la resolución del conflicto, pero siempre fracasó a la hora de poner a las partes de acuerdo. El último gran golpe a la institución antes de la Guerra de los 44 días lo asestó el primer ministro de Armenia, Nikol Pashinián, cuyo gobierno rechazó todas las fórmulas de arreglo propuestas por los mediadores y exigió la reestructuración del formato de negociación incluyendo a los representantes del régimen separatista (la llamada "República de Alto-Karabaj") instalado en los territorios azerbaiyanos ocupados.
La imagen y la eficacia del Grupo de Minsk se vieron aún más socavadas durante y después de la última guerra, cuando Francia hizo caso omiso del principio de neutralidad como mediador y tomó partido abiertamente por Armenia. Pocas semanas después de la guerra, ambas cámaras del parlamento francés adoptaron casi por unanimidad resoluciones de reconocimiento de la llamada "República de Alto-Karabaj", aunque la propia Armenia no la haya reconocido como actor estatal independiente. Esto se sumó al hecho de que Francia había desempeñado un papel notablemente proarmenio también en las negociaciones de 1993 en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, cuando la institución celebró debates sobre la agresión de Armenia contra Azerbaiyán. Ante la insistencia de Francia, se mencionó a los autores de la invasión como "fuerzas locales armenias" (es decir, no Armenia como Estado) y se trató el conflicto "no bajo el Capítulo VII de la Carta de la ONU como un "acto de agresión", sino bajo el más débil Capítulo VI como una disputa que debía resolverse pacíficamente".
Debido a estas y otras realidades, el pueblo azerbaiyano ha perdido la confianza en la mediación del Grupo de Minsk y nunca lo ha visto como un intermediario honesto que pudiera aportar una solución justa al conflicto. En este contexto, el resurgimiento de Rusia como actor mediador dominante entre los bandos en conflicto tras la Guerra de los 44 días dejó totalmente de lado la misión mediadora de la OSCE en el proceso de paz. Desde entonces, el grupo no ha desempeñado ningún papel relevante en las negociaciones de posguerra sobre el desbloqueo de las vías de transporte y comunicación regionales, ni en los esfuerzos por alcanzar un acuerdo duradero y un acuerdo de paz global.
Antes de la reunión prevista en Estocolmo, Rusia ya había celebrado una cumbre trilateral de los líderes armenios y azerbaiyanos en Sochi el 26 de noviembre y había anunciado acuerdos sobre algunas cuestiones críticas. Los viceprimeros ministros de los tres países se reunieron el 1 de diciembre en Moscú para hablar de los corredores de transporte regionales, tal y como había anunciado el presidente Vladímir Putin tras la cumbre de Sochi. El 4 de diciembre, gracias a la mediación del Ministerio de Defensa ruso, las partes mantuvieron la siguiente ronda de intercambios de los detenidos armenios en Azerbaiyán con los mapas de las minas que Armenia había plantado en la región de Karabaj durante el periodo de ocupación. En los próximos meses cabe esperar más avances positivos, relacionados con el desbloqueo de los corredores de transporte, la delimitación y demarcación de la frontera estatal entre Armenia y Azerbaiyán, etc.
Sin embargo, esto no significa que este formato trilateral de negociaciones sea ideal para el proceso de paz. Uno de los principales inconvenientes de este formato es el hecho de que Rusia, el único mediador, tiene su propia agenda e intereses en relación con el futuro de la región y, por tanto, no puede actuar totalmente como una parte desinteresada. Moscú tiene una alianza militar con Armenia y ha actuado, aunque de forma clandestina, para apoyar militarmente a Ereván, mientras que mantiene buenos lazos políticos con Bakú. Podría interesar tanto a Bakú como a Ereván que las negociaciones se llevaran a cabo de forma bilateral o con la mediación, además de Moscú, de una o varias partes más equilibradas. Sin embargo, la historia postsoviética del conflicto, la postura parcial de Francia y los acontecimientos desde el estallido de la Guerra de los 44 Días han confirmado que el Grupo de Minsk, en su formato actual, se ajusta a esta posición mediadora.
La persistencia del grupo en la estructura actual y su adhesión a la agenda de preguerra llena de forma engañosa el papel de mediador internacional, impide el inicio de conversaciones sobre la formación de una nueva misión internacional y, por tanto, se ha convertido en parte del problema, en lugar de la solución. Ya es hora de que la comunidad internacional reconsidere el papel del Grupo de Minsk en el proceso de paz de posguerra entre Bakú y Ereván, y debería disolver la institución por completo o reformarla/reestructurarla para abordar eficazmente el proceso de negociación".