SOCIEDAD
António Guterres: "COVID-19 y las mujeres"
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Bakú, 30 de abril, AZERTAC
Ya existen los primeros indicios que sugieren que la infección por coronavirus COVID-19 es una amenaza directa principalmente para la salud de los hombres, y especialmente de los hombres mayores. Sin embargo, durante la pandemia, es evidente que se están detectando y exacerbando todo tipo de desigualdades, incluidas las de género. A largo plazo, su impacto negativo en la salud, los derechos y las libertades de la mujer puede afectarnos a todos.
Según AZERTAC, el secretario general de la ONU, António Guterres, escribe al respecto en su artículo publicitario sobre el coronavirus y las mujeres. El secretario general cree que las mujeres ya están sufriendo las consecuencias mortales de vivir encerradas y en cuarentena. "Estas restricciones son necesarias, pero aumentan el riesgo de violencia contra las mujeres encerradas en la misma habitación con sus parejas violentas. En las últimas semanas se ha producido un alarmante aumento de la violencia doméstica en todo el mundo; la mayor organización de apoyo a la mujer del Reino Unido ha comunicado un aumento del 700% de las llamadas. Al mismo tiempo, se están reduciendo o cerrando los servicios de apoyo a las mujeres en situación de riesgo.
Por esa razón, recientemente hice un llamado a la paz en las familias de todo el mundo. Desde entonces, más de 143 gobiernos se han comprometido a apoyar a las mujeres y las niñas que corren el riesgo de sufrir violencia durante la pandemia. Cualquier país puede adoptar medidas a este respecto mediante la creación de servicios de ayuda en línea, la ampliación de los refugios para las víctimas de la violencia doméstica y su conversión en instituciones de importancia social, y el aumento del apoyo a las organizaciones que trabajan en primera línea. La asociación entre las Naciones Unidas y la Unión Europea, la iniciativa Rayo de Luz, estaba trabajando con los gobiernos de más de 25 países en esas y otras medidas similares y se había comprometido a aumentar la asistencia.
Pero la amenaza a los derechos y libertades de la mujer que plantea COVID-19 va mucho más allá de la violencia física. Es probable que la grave recesión económica que acompaña a la pandemia tenga un fuerte rostro femenino", cree Guterres.
El secretario general de la ONU escribe además que el trato injusto y desigual de las trabajadoras fue una de las razones por las que dedicó su vida a la política. "A finales del decenio de 1960, como estudiante voluntaria de trabajo social en zonas pobres de Lisboa, vi a las mujeres en situaciones muy difíciles: tenían que hacer trabajos negros y llevar la carga de cuidar de una familia numerosa. Sabía que esta situación tenía que cambiar, y a lo largo de los años he visto cambios importantes.
Sin embargo, hoy, décadas más tarde, esta situación, debido a la pandemia COVID-19, puede volver de nuevo y, lo que es peor, muchas mujeres de este planeta pueden encontrarse en ella.
Demasiadas mujeres tienen ahora trabajos mal pagados y sin beneficios, como empleadas domésticas, trabajadoras temporales, vendedoras ambulantes y en pequeños establecimientos como peluquerías. La Organización Internacional del Trabajo estima que sólo en los próximos tres meses se perderán casi 200 millones de puestos de trabajo, muchos de ellos en esos sectores.
Simultáneamente con la pérdida del empleo remunerado, muchas mujeres se enfrentan a un enorme aumento de la carga de trabajo de atención y tratamiento como resultado del cierre de escuelas, la sobrecarga de los sistemas de salud y las crecientes necesidades de las personas de edad.
Y no olvidemos a las chicas que han interrumpido su educación. En algunas aldeas de Sierra Leona, desde el brote de la epidemia del Ébola, la matrícula escolar de las adolescentes ha disminuido del 50% al 34%, lo que afectará a toda su vida y al bienestar de sus comunidades y la sociedad.
Muchos hombres también se enfrentan a la pérdida de sus trabajos y a la necesidad de separarse del trabajo y del hogar. Pero incluso en el mejor de los casos, las mujeres han trabajado tres veces más duro en casa que los hombres. Esto significa que es más probable que participen en el cuidado de los niños si los negocios abren y las escuelas permanecen cerradas, lo que retrasa su retorno al mercado laboral remunerado.
Las fuertes desigualdades también significan que, aunque las mujeres constituyen el 70% de los trabajadores de la salud, son significativamente inferiores a los hombres en la administración de la atención de la salud y ocupan sólo uno de cada 10 puestos de liderazgo político en todo el mundo, lo que nos perjudica a todos. Necesitamos a las mujeres entre los responsables de la toma de decisiones sobre esta pandemia para prevenir los peores escenarios, como una segunda ola de infección, escasez de mano de obra e incluso disturbios sociales.
Las mujeres sin una sólida seguridad laboral necesitan urgentemente una protección social básica, desde el seguro médico hasta las licencias por enfermedad y el cuidado de los niños, la protección de los ingresos y las prestaciones de desempleo. De cara al futuro, las medidas para estimular la economía, como las remesas, los préstamos, los créditos y las subvenciones, deben estar dirigidas a las mujeres, tanto si están empleadas a tiempo completo en la economía formal, como a tiempo parcial o por temporadas en el sector informal, o como empresarias y propietarias de empresas.
La pandemia de COVID-19 ha dejado más claro que nunca que el trabajo doméstico no remunerado de las mujeres es una ganancia gratuita para los beneficios tanto del sector público como del privado. Esta labor debe tenerse en cuenta en los indicadores económicos y en la adopción de decisiones. Todos nos beneficiaremos de planes que tengan en cuenta las responsabilidades de cuidado de las personas y de modelos económicos inclusivos que midan el trabajo doméstico", escribe Guterres, quien cree que la pandemia actual pone a prueba no sólo los sistemas de salud mundiales, sino también nuestro compromiso con los ideales de igualdad y dignidad humana.
El secretario general concluye su artículo con las siguientes palabras: "Al situar los intereses y derechos de la mujer en el primer plano y en el centro de atención, podremos hacer frente a la pandemia con mayor rapidez y crear comunidades y sociedades más equitativas y sostenibles que beneficien a todos".