CULTURA
Ciudad vieja de La Habana y su sistema de Fortificaciones
Bakú, 24 de junio, AZERTAC
Fundada en 1519 por los españoles, La Habana se convirtió en el siglo XVII en un importante astillero para la región del Caribe. Aunque hoy es una metrópoli tentacular con dos millones de habitantes, su antiguo centro conserva una interesante mezcla de monumentos barrocos y neoclásicos, así como un conjunto homogéneo de casas con arcadas, balcones, rejas de hierro forjado y patios interiores.
Fundada hacia 1519 en la costa noroeste de Cuba, La Habana Vieja ha mantenido una notable unidad de carácter gracias a su adhesión a su trazado urbano original. Plazas urbanas rodeadas de numerosos edificios de destacado mérito arquitectónico y calles estrechas con estilos más populares o tradicionales impregnan el centro histórico de la ciudad. Su sentido general de continuidad arquitectónica, histórica y ambiental la convierte en el centro histórico más impresionante del Caribe y uno de los más notables del continente americano en su conjunto. Con el establecimiento y desarrollo del sistema de flotas en las Indias Occidentales españolas, La Habana se convirtió, en la segunda mitad del siglo XVI, en el mayor puerto de la región, y en el siglo XVIII desarrolló el astillero más completo del Nuevo Mundo, lo que hizo necesaria su protección militar. La extensa red de instalaciones defensivas que se creó entre los siglos XVI y XIX incluye algunas de las fortificaciones de piedra más antiguas y grandes que se conservan en América.
La Habana Vieja, definida por la extensión de las antiguas murallas, ha mantenido el modelo del primer entorno urbano con sus cinco grandes plazas, cada una con su propio carácter arquitectónico: Plaza de Armas, Plaza Vieja, Plaza de San Francisco, Plaza del Cristo y Plaza de la Catedral. Alrededor de estas plazas hay muchos edificios destacados, como la Iglesia Catedral de La Habana, el Antiguo Convento de San Francisco de Asís, el Palacio del Segundo Cabo y el Palacio de los Capitanes Generales. Entre esta mezcla de monumentos de estilo barroco y neoclásico se encuentra un conjunto homogéneo de casas particulares con arcadas, balcones, puertas de hierro forjado y patios interiores, muchos de ellos evocadores. El complejo sistema de fortificaciones que protegía La Habana, su puerto y su astillero está formado por la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña -una de las mayores fortalezas coloniales de América- en el lado este del estrecho canal de entrada a la bahía de La Habana; el Castillo de la Real Fuerza -una de las fortalezas coloniales más antiguas de América (iniciada en 1558)- en el lado oeste del canal; y el Castillo de San Salvador de la Punta y el Castillo de los Tres Reyes del Morro que custodian la entrada del canal; así como el Torreón de San Lázaro, el Castillo de Santa Dorotea de Luna de la Chorrera, el Reducto de Cojímar, el Baluarte del Ángel, el Lienzo de la Muralla y Puerta de la Tenaza, los Restos de Lienzo de la Muralla, la Garita de la Maestranza, el Cuerpo de Guardia de la Puerta Nueva, los Restos del Baluarte de Paula, el Polvorín de San Antonio, el Hornabeque de San Diego, el Fuerte No. 4, Castillo de Santo Domingo de Atarés, Castillo del Príncipe y Fuerte nº 1.
Las fortunas históricas de La Habana fueron producto de la excepcional función de su bahía como parada obligada en la ruta marítima hacia el Nuevo Mundo, lo que hizo necesaria su protección militar. La extensa red de instalaciones defensivas creadas entre los siglos XVI y XIX incluye algunas de las fortificaciones de piedra más antiguas y de mayor tamaño que se conservan en América, entre ellas la fortaleza de la Cabaña, en el lado este del estrecho canal de entrada a la bahía de La Habana, el castillo de la Real Fuerza, en el lado oeste, y los castillos del Morro y de la Punta, que custodian la entrada al canal.
El centro histórico de La Habana ha mantenido una notable unidad de carácter resultante de la superposición de diferentes épocas de su historia, que se ha logrado de manera armoniosa y a la vez expresiva mediante el respeto al trazado urbano original y al patrón subyacente de la ciudad en su conjunto. En el centro histórico de la ciudad se encuentran numerosos edificios de gran valor arquitectónico, sobre todo en torno a sus plazas, que se ven compensados por casas y edificios residenciales de estilo más popular o tradicional que, considerados en su conjunto, proporcionan una sensación general de continuidad arquitectónica, histórica y ambiental que hace de La Habana Vieja el centro histórico más impresionante del Caribe y uno de los más notables del continente americano en su conjunto.
Dentro de los límites de La Habana Vieja y sus Fortificaciones se localizan todos los elementos necesarios para expresar su Valor Universal Excepcional, incluyendo el trazado urbano de La Habana Vieja con sus cinco grandes plazas y su armonioso conjunto de monumentos arquitectónicos y edificios populares de estilo tradicional de diferentes períodos de su historia, y su extensa red de fortificaciones. La morfología urbana y arquitectónica de La Habana Vieja ha permanecido prácticamente inalterada debido al papel histórico que desempeñaron las ordenanzas de construcción durante los siglos XIX y XX. El centro histórico de la ciudad, de 214 hectáreas, y sus fortificaciones tienen una extensión suficiente para garantizar la representación completa de los rasgos y procesos que transmiten la importancia del bien. La Habana Vieja y sus Fortificaciones no sufre los efectos adversos del desarrollo, aunque gran parte del tejido edificado de La Habana Vieja está en mal estado debido al deterioro, el abandono crónico y los elementos naturales.
La Habana Vieja y sus Fortificaciones presentan un alto grado de autenticidad en cuanto a ubicación y entorno, formas y diseños, y materiales y sustancias. Entre las décadas de 1950 y 1970, algunas intervenciones arquitectónicas y cambios de uso afectaron a la autenticidad de La Habana Vieja, pero sin reducir la veracidad del conjunto y sus atributos. La Habana está sometida ocasionalmente a un clima tropical severo (incluyendo huracanes, como en 2008), que puede amenazar la autenticidad del inmueble.
Según AZERTAC, la Habana Vieja y sus Fortificaciones es en su mayor parte propiedad del Estado cubano, con algunas partes que son propiedad de personas físicas o jurídicas. Los bienes inscritos están protegidos por las disposiciones de la Constitución de la República de Cuba de 24 de febrero de 1976 y por la Resolución 3/1978 de la Comisión Nacional de Monumentos que designa el centro urbano histórico del casco antiguo de San Cristóbal de La Habana y el sistema de fortificaciones coloniales que lo rodea como Monumento Nacional, en aplicación de la Ley de Protección al Patrimonio Cultural (Ley No. 1 de 4 de agosto de 1977), y la Ley de Monumentos Nacionales y Locales (Ley nº 2 de 4 de agosto de 1977). Las Resoluciones 12/1980 y 14/1980 de la Comisión Nacional de Monumentos establecieron, respectivamente, un grupo de trabajo nacional responsable del centro histórico de La Habana Vieja y sus fortificaciones, y medidas para definir los límites del centro histórico y proteger sus edificios mediante la detención de las demoliciones y la planificación de las obras de refuerzo. La Asamblea Provincial del Poder Popular es responsable de la administración del centro histórico de La Habana. Una institución especializada del Ministerio de Cultura cubano presta apoyo jurídico, técnico y administrativo para la investigación y formulación de políticas y proyectos de conservación y rehabilitación del centro histórico. El Estado cubano aporta recursos para un Plan Quinquenal de Restauración, iniciado en 1981, y asegura la viabilidad y sostenibilidad del Plan plurianual mediante un convenio con la Oficina del Historiador de La Habana (organismo autónomo del gobierno de la ciudad fundado en 1938), que gestiona el proceso de rehabilitación y restauración.